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Música Opinión

GRACIAS A LA MÚSICA…Y A CECILIA

Por: Patricia Saavedra

Qué más se puede decir de Cecilia Bracamonte que ya no se haya dicho a lo largo de su impecable trayectoria de casi toda una vida. Que es una mujer de gran temperamento, que la disciplina sigue siendo su mejor carta de presentación y que su talento (y vaya qué talento) es innato. Estoy segura que cuando salió del vientre de su madre y le dieron unas nalgaditas fue la bebé más llorona de sus 11 hermanos (ella es el ‘conchito’) y que desde entonces sus benditos pulmones ya dejaban escuchar sus primeros gorgoritos.

Cecilia, quien ya tiene categoría de marca registrada para todos los peruanos, tiene una energía y vitalidad que combinan perfectamente con la madurez y experiencia que le han dado su trajinar por la vida y así lo demostró la noche del domingo último en el Gran Teatro Nacional durante el espectáculo con el que celebró sus 60 años de trayectoria artística.

El set list inició con una significativa obertura, las notas de Gracias a la Música, el vibrante éxito de Abba que le va como anillo al dedo y en el que la artista calza perfectamente. Cecilia, luego, hace su esperado ingreso al escenario ascendiendo desde una plataforma y con su potente voz nos deleita de arranque con Gallo Camarón de Chabuca Granda, mientras que un gran retrato de la notable compositora en emblemática foto nos hace unos sutiles gestos como si cobrara vida.

Y si hay una canción con la que la Bracamonte se identifica plenamente es con La Protagonista de la inspiración de Lourdes Carhuas. Con este tema que fue el título de uno de sus discos editados en el 2002 y que marcaría su retorno a las grabaciones después de un largo silencio, Cecilia cuenta al auditorio que fue ella misma quien le pidió a la compositora que se lo escribiera. Álbumes de fotos con momentos importantes en la vida de la artista se proyectaban frente a nuestros ojos, luego continuaría la emotiva Todo a pulmón de Alejandro Lerner.

Cada composición tenía poderosas razones para haber sido incluida en este magistral concierto, y la que venía a continuación- Ponme un bolero- estaba dedicada a Olga Guillot, y es que le hace un tributo evocando la gran amistad que mantuvieron y las tantas veces que la vio en sus shows en Lima gracias al maestro Mario Cavagnaro, quien le pasaba la voz para que subiera a ver cantar a la diva cubana pues ambas actuaban en pisos diferentes en un local nocturno. La admiración perpetua de Cecilia a “La reina del bolero” se tradujo en el disco homenaje “Con alma de bolero” editado en 2016 y grabado en el mítico estudio Capitol Records.

De Juan Mosto, “El poeta de la canción”, nos regaló Quiero que estés conmigo, un vals romántico que sacó a relucir toda su fibra emotiva y su delicadeza en la interpretación. Posteriormente vendría una explosión de flamenco y zapateado en el tablao del GTN con una singular versión de Somos novios, la icónica composición de Armando Manzanero. Cecilia hizo lo suyo con su gran fuerza interpretativa, el maestro Ernesto Hermoza lo propio con su guitarra flamenca y Estefanía Vásquez se lució como una bailaora de gran expresión corporal y escénica. Energía pura de cante, toque y baile en este número.

El estreno de la noche fue crucial para Selena Polo, hija de Cecilia y de Augusto Polo Campos. Selena -quien radica en los Estados Unidos- le sigue los pasos a su afamado padre y escribió Por ti, una salsa que interpretó Lourdes Carhuas y a la que, también, le hizo los arreglos dejando notar sus habilidades para el soneo. Aquí, mamá Cecilia fue una corista de lujo junto a Claudia Madueño, Mónica Gastelumendi y Diego Urcia. Carhuas siguió en escena y entonó Por esas trenzas, dedicadas a su madre y abuela, de su natal Piura.

El cierre de la primera parte del espectáculo estuvo a cargo de un cuarteto de notables guitarristas que ejecutaron Cuando llora mi guitarra y Fina Estampa. Los maestros Carlos Ayala, Walter ‘Jocho’ Velásquez, Julián Jiménez y Ernesto Hermoza hicieron sus presentaciones de manera individual y luego, todos en conjunto, dejaron notar su virtuosismo con las cuerdas. No en vano han acompañado a los más consagrados intérpretes del medio, entre los que se cuenta, por supuesto, a Cecilia.

COMO SI FUERA AYER

La nostalgia por los buenos tiempos y la amistad duradera se puso de manifiesto con una evocación de “Tres Mujeres para el show”, el exitoso musical que hace tres décadas ofrecieran Cecilia Barraza, Regina Alcover y, por supuesto, la anfitriona. Los aplausos en esta segunda parte no se hicieron esperar como tampoco las bromas, anécdotas y canciones. Abrieron las tres con Cómo han pasado los años, pero era como si el tiempo no hubiera pasado por ellas, luego seguiría la Barraza con Triste con fuga de tondero bailando pata en el suelo con la guitarra de Julián Jiménez; aquí la diminuta artista se creció en escena dejando a los asistentes con la miel en los labios, después el trío haría El día que me quieras, además de Y se llama Perú. La serenidad de Regina -quien recordó a Cattone, el creador de tan inolvidable show-, la picardía de la Barraza y la calidez de Cecilia en los diálogos redondearon este momento añorado.

Si la estrella de la noche dejó todo en el teatro, el marco musical dirigido por el maestro Ernesto Hermoza estuvo a la altura del momento. El vals Corazón de Lorenzo Humberto Sotomayor, fue ejecutado con la virtuosidad de la primera violinista María Elena Pacheco y el singular estilo de Hermoza. Un solo magistral que emocionó in crescendo cuando Cecilia hizo su ya consagrada versión vocal.

Una semblanza a Oscar Avilés no podía faltar en esta noche especial. Avilés fue su primera guitarra, su primer arreglista y su primer director cuando grabó su primer LP a los 13 años. Fundamental en sus inicios en el mundo de la música, la artista recordó que fue él con quien grabó Ocarinas, joya del cancionero criollo perteneciente a Manuel Covarrubias. Está catalogado como un tema en el que la voz femenina y masculina deben estar perfectamente afiatadas, por lo que Cecilia llama al escenario al guitarrista Carlos Ayala, quien le hace un magnífico contrapunto, también en la voz.

Después vendría Cambalache, de la inspiración de Enrique Santos Discépolo, con una letra visionaria y que no ha perdido vigencia. Este tango fue escrito en 1934 y tiene una letra atemporal. Un mix de populares cumbias como Cariñito y Que nadie sepa mi sufrir desataron la algarabía general, para más adelante obsequiarnos la pegajosa zamacueca La espera quema.

A punto de culminar el espectáculo, con la emoción brotando por los poros y el público encendido, Cecilia nos ofreció A mi manera, la célebre canción con la que se identifica plenamente, echándole un vistazo en sus Bodas de Diamante. Si Gracias a la música abrió el show, con este mismo tema también cerraría el telón.

Como la ocasión lo ameritaba hubo saludos y felicitaciones de sus entrañables amigos como Tania Libertad desde México, además se presentaron los valiosos testimonios de Oscar Cavero, Pepe Torres, Bartola, Cecilia Barraza, Ernesto Hermoza, Ricardo Ghibellini, Jorge Souza Ferreira y Lucy Avilés, a través de los extractos de su documental “Energía Pura” que UPC Cultural estrenó hace poco y que presenta momentos claves de su carrera.

El elenco musical, los coros, las luces, el sonido, el video wall que acompañó a cada canción y el reconocimiento que la Sociedad Nacional de Intérpretes y Ejecutantes de la Música- SONIEM- le otorgó de manos de su vicepresidenta Julie Freundt, estuvieron acordes-literalmente- para esta ocasión. El concierto ha sido producido por Patricia Velit y La Banda Producciones.

Cecilia ha evolucionado con el tiempo, ella no se ha quedado viviendo del recuerdo. Ha pasado de los legendarios long plays de 33 rpm y de los 45 rpm a la música en las plataformas digitales, de la grabadora de carrete a los más sofisticados sistemas de grabación digital y de los diarios y revistas impresas a las ediciones digitales. Así ha estado de la mano de todos los cambios.

Norma Cecilia Bracamonte Chocano se ha entregado en cuerpo y alma en estos 60 años de carrera musical, le ha dado el toque elegancia a la música peruana y la ha puesto a la vanguardia desde hace muchos años vistiéndola de gala. Por si todo esto fuera poco, ha demostrado una gran disciplina, un amor infinito por el Perú y se ha convertido en referente de las nuevas generaciones. Es agradecida con sus maestros, sobre todo con Manuel Cuadros Barr quien le enseñó las técnicas de canto que perfilaron su éxito. Su talento es indiscutible, qué duda cabe. Es que la Bracamonte nació para ser una artista privilegiada.

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