Por Carina Moreno Baca
La noticia me cayó como una bomba. Sabía que una enfermedad lo aquejaba, pero sabía que siempre estaba allí. El anuncio de la muerte de Ernesto Hermoza a través de las redes sociales de TV Perú me remite a su labor larga y esforzada por la difusión de la cultura a través de su programa “Presencia cultural” que se emitió por casi cuatro décadas en el canal estatal.
Presencia cultural fue una vitrina para los artistas consagrados y emergentes, también un espacio para repensar las artes en nuestro país. Ernesto o el señor Hermoza, como solía llamarlo, participó activamente en la cobertura de la vida cultural de la ciudad y del país. Nos tocó coincidir en un viaje por Tacna, Moquegua y Arequipa organizado por una empresa minera. Fueron varios días en la que periodistas de diferentes medios nos convertimos en una comunidad y Ernesto Hermoza fue el referente a seguir.
Pero no sólo destacó en el periodismo cultura porque fue durante algún tiempo presidente de directorio de IRTP y pudo sacar adelante interesantes y necesarios programas que cultivó junto a su “Presencia cultural”.
Tuve la oportunidad también de ser cómplice, junto a las “chicas Presencia”, de la organización de los 20 años del programa que se organizó en el Museo de Osma. Las “chicas Presencia” eran estudiantes y egresadas de los últimos años de la carrera de periodismo que habían llegado por algún camino a practicar en el programa. Todas habían sido elegidas por su calidad y la responsabilidad mostrada. Ernesto creó escuela y fue consciente de ello. Sabía dónde estaba cada una de las antiguas practicantes y cómo había crecido profesionalmente. A ellas se sumaron en algún momento, Manuel Rodríguez, más conocido como “Caylloma” y ya en los últimos tiempos, Álvaro Olivera.
La última vez que recuerdo haber visto a Ernesto Hermoza fue en una cobertura en la FIL- Lima hace varios años. Tenía todas las ganas, pero la energía le falló y debió retirarse antes. Dolía verlo así, pero él seguía acudiendo al canal todos los días a ver las comisiones y las notas, incluso en el momento en el que la conducción fue asumida por Martina Negrón y Alonso Rabí.
De Ernesto nos queda el enorme privilegio de haberlo conocido y disfrutar, semana a semana, de sus entrevistas enteradas y muy bien preparadas. Era un hombre culto, pero también un hombre que destacaba por su interés y decidido apoyo en la difusión del patrimonio inmaterial peruano. También nos queda su legado, en los profesionales que formó e impulsó. Hasta siempre Ernesto Hermoza.