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“El caso Monroy”, película peruana dirigida por Josué Méndez, se estrena este 5 de octubre en cines de Lima y provincias

Lima, 21 de septiembre. La esperada película “El caso Monroy”,  dirigida por el cineasta peruano Josué Méndez, confirma su estreno definitivo para el 5 de octubre en cines de Lima y provincias. Protagonizada por el primer actor mexicano Damián Alcázar y un elenco internacional, en su mayoría femenino, la cinta llega luego de un exitoso paso por el Festival de Málaga en España y el reciente Festival de Cine de Lima.

Wendy Vásquez, Liliana Trujillo, Grapa Paola, Silvia Majo, Olivia Manrufo, Lía Camilo, Maryloli Pérez y María Zubiri, destacadas actrices de Perú, Argentina y Cuba, encarnan a un grupo de mujeres muy diferentes entre sí pero con algo en común, están privadas de su libertad, abatidas por la soledad, la falta de afecto y el abandono. En el film, sus vidas giran en torno al personaje de Ronnie Monroy, interpretado por Damián Alcázar, un empleado público a punto de jubilarse que se reinventa y se convierte en tramitador para acercarse, con secretas intenciones, a las reclusas de un penal de mujeres, ofreciéndoles ayuda para su libertad y una luz de esperanza.

Según comenta el director Josué Méndez (Días de Santiago, Dioses) su tercer largometraje está inspirado en una experiencia personal que lo marcó en la adolescencia y en una de las crónicas del libro “Día de Visita” de Marco Avilés. “Fueron dos cosas que se juntaron. Por un lado, las visitas a una tía que estuvo en Santa Mónica por cinco años, que me llevó a conocer la cárcel en días de visitas masculinas, cuando al contrario de lo se piensa por prejuicios, todo era casi festivo. Conocí a esas mujeres llenas de optimismo, de sueños por cumplir, de una generosidad muy grande, muy divertidas además. Yo me quedé con esas imágenes de personajes, de historias, pero no sabía qué hacer con todo eso. Y ahí es donde entró, mucho tiempo después, la crónica de Marco Avilés titulada Ronnie Monroy Ama a todas”.

Fue este personaje muy peruano, el canal que le sirvió a Josué Méndez para contar esas historias de internas, que ya tenía acumuladas. “También me ayudó a volver a contactarme con estos tinterillos muy típicos de nuestro sistema judicial, personas que Marco también había entrevistado para su libro. Después, cada historia tomó su propio vuelo; no son personajes que estén en el libro de Marco. Cada personaje fue encontrando su espacio y la realidad los nutrió a medida que yo iba encontrando personajes reales que se parecían a los que quería retratar”, recuerda el director.

ENTRE EL DRAMA Y LA COMEDIA

La película también destaca por su particular juego entre el drama y la comedia. “Sabía de entrada que iba a ser un desafío encontrar el tono de la película porque no quería hacer un drama gris ni denso. Yo percibía mucha vitalidad en estas mujeres que a pesar de estar encerradas, tenían unas ganas muy grandes de salir a hacer las cosas que se habían propuesto. Sentía que la película debía tener esa vitalidad, esa sensación de aventura. Y eso va acompañado de un humor, porque también eso es muy nuestro. En los momentos más duros siempre recurrimos a la ironía, al sarcasmo, a ser cachosos, a la burla. Buscamos el tono de la película hasta que llegó a ser lo que es ahora, una película que divaga entre el drama y el humor, sin un exceso hacia algo muy perverso ni hacia algo muy chabacano, un tono que fui encontrando en la edición”.

Precisamente una de las razones por las que le ofrecieron el papel a Damián Alcázar fue la certeza de que es un actor que maneja muy bien esa línea muy delgada entre el humor y el drama. “Es un actor que puede hacer de pronto un momento súper dramático y después te saca algo humorístico. Damián maneja esos códigos y eso es muy raro. Yo creo que hay muy pocos actores o actrices que manejan ambos géneros y que lo pueden poner en una misma escena. Es jugar entre drama y comedia. Eso es muy especial y creo que ahí teníamos en Damián a la pieza clave para poder contar la película como la queríamos contar”, afirma Josué Méndez.

Damián Alcázar vino al Perú con algunas semanas de anticipación al rodaje para compenetrarse con Lima y sus personajes populares. El actor cuida mucho los detalles y para su interpretación, buscó el tiempo para recorrer las calles del centro, observar a los personajes cotidianos, a los tramitadores que están afuera de Palacio de Justicia, sobre todo a los de una edad como la de su personaje y reconocer su manera de caminar, de moverse. También tuvo el apoyo de Oscar Beltrán, coach de voz, para adoptar nuestra entonación sin acento mexicano y convertirse en el peruano que encarna en la película.

“La propuesta en la película era retratar a alguien cuya vida para la sociedad está terminando. A Ronnie Monroy lo jubilan, la vida le baja el dedo cuando llega a una cierta edad donde la sociedad le dice que ya no sirve. Eso me parecía muy interesante porque es una persona que se rebela contra eso. Él se reafirma como alguien útil. Encuentra una especie de segunda viada en la vida con este oficio que se inventa y empieza a crearse una nueva vida llena de aventuras”, remarca el cineasta describiendo al antihéroe de su película.

El caso Monroy cuenta con la producción de Enid Campos de Chullachaki Cine, coproducido por Gema Films (Argentina) y Tondero (Perú). Ha sido realizada con el apoyo del Ministerio de Cultura de Perú – DAFO, el Programa Ibermedia, el INCAA (Argentina) y Visions Sud Est (Suiza). Y ha contado con la producción asociada de La Plaza Media.

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