Escritora arequipeña viene preparando dos nuevos libros
Por: Amalia Cornejo / Patricia Saavedra (Enviadas especiales a Arequipa)
Teresa Ruiz Rosas ha vuelto a Arequipa que la recibe con un hermoso día soleado, entre un mar de escritores, intelectuales y artistas de diversas partes del mundo. La autora fue una de las invitadas especiales al HAY Festival y VOCES conversó con ella, no sólo sobre el evento cultural sino también que evoca recuerdos de su entrañable padre, el poeta José Ruiz Rosas y nos cuenta todo sobre Estación Delirio.
Cuéntanos sobre esa relación entrañable con tu papá, sobre todo en la etapa de juegos y las primeras lecturas con él. Creo que despertó en ti esa sensibilidad tan fina que has desarrollado…
Sí, mi papá me abrió las puertas, no solamente a la lectura, al amor por la poesía y a eso, sino también al juego y al sentido del humor. Él tenía mucho sentido del humor, pero digamos que no lo cultivaba así todo el tiempo, ni con cualquier persona ya que era como tímido, también.
Conectaste muy rápido con “su” sentido del humor…
Claro, yo recuerdo haber conectado muy rápido con ese sentido del humor y por eso también me gusta, digamos, buscarle el lado risueño a la vida cotidiana porque mi papá me hacía bromas increíbles que, a veces, imagínate, espantaba. Yo me reía y me hacía ilusión y eso también implicó una gran complicidad entre nosotros porque ha sido casi hasta el final que nos hemos reído siempre, pero no sólo era un humor fino, también era un humor inteligente. No era un humor barato, no eran esos chistes vulgares que la gente cree que en eso consiste el humor, era un humor muy inteligente, era un humor afinado y casi en clave.
Ahí está la complicidad…
Sí, ahí está la complicidad, eso ha significado para mí mucho porque, claro, también se la doy a mis hijos en la medida de lo posible, y eso, creo, que es una excelente muleta para ir por la vida porque cuando pasan cosas desagradables y si no tienes ese contrapunto te puedes hundir también, ¿no?
¿Cómo mira desde fuera a nuestro país una arequipeña exitosa?
Honestamente debo decir que yo ya no estoy siguiendo la política a diario, la seguí mucho entre la primera y la segunda vuelta de las elecciones y ya quedé bastante saturada, sin embargo me quedo con otro de los aspectos que me inculcó mi padre: el optimismo. Entonces yo siempre prefiero ser optimista que pesimista, y eso lo aplico también a la política. A mí me da mucha pena que en el Perú haya gente tan valiosa, tan honesta, pero que no quiere meterse en política y que se haya tenido que elegir entre dos extremos tan incompetentes, ya sea éticamente, como en el caso de este señor que es el presidente y que no da la talla.
Desde el ámbito cultural y literario, ¿cómo se puede mejorar la educación de un país?
Acabo de estar unos días en Helsinki, Finlandia, en agosto último y entonces ahí, precisamente, la educación tiene un papel muy importante, pero además de lo que se trata es del prestigio. Aquí en Perú, la gente que estudia para maestro, hasta donde yo recuerde, cuando he vivido aquí, siempre ha sido una profesión muy desprestigiada, la formación es muy mala, muy mediocre.
Es de un nivel bajísimo…
Claro, si los maestros están formados en ese nivel, qué pueden enseñar. Cuando me fui a los 19 años en el año 1975, me acuerdo que para pagarme el pasaje rescaté una edición que había en la imprenta Miranda, que estaba abandonada y que mi papá me pasó la voz. Faltaban unas erratas de esta edición y yo las corregí sobre el linotipo que era lo que en esa época se usaba, luego me fui por los pueblos, a las escuelas más apartadas, a venderla a un precio muy módico, casi de costo, pero que a mí me convenía también porque la imprenta me lo dio muy barato, en fin, y entonces pues ahí vi de cerca esa realidad de lo que es la educación rural.
Hay una gran diferencia, ¿no?
Aquí hay una idea equivocada de que la educación buena es la privada y la del Estado es la mala, sin embargo en países como España, Alemania, Finlandia y, supongo, en Francia e Inglaterra, no lo sé; es al revés, o sea la educación privada es solo para quien se la pueda pagar pero la buena, en principio, es la estatal.
Y entonces quienes trabajan ahí reciben unos sueldos decentes, son competentes, se han formado bien porque quienes los han formado a su vez, también se forman bien, es toda una cadena.
¿Por qué abordar la salud mental en “Estación Delirio”? ¿Hubo alguna razón en particular? ¿La pandemia?
No, la novela salió a fines del 2019 antes de que empezara la pandemia y ya la llevaba escribiendo 6 o 7 años.
Fue una coincidencia, digamos…
Claro, fue coincidencia, porque después de que me dieran el Premio Nacional de Literatura 2020, gente que me ha entrevistado, que me ha pedido conversaciones así con lectores de grupos, lo ha enfocado mucho por el lado de la pandemia. Pero en realidad es una casualidad, la novela ya estaba escrita y como ya lo he dicho, la base de la historia es lo que me contó una gran amiga, entonces a partir de ahí, desde que me lo contó, sabía que algún día escribiría, pero claro, hasta que el tema cuaje y se pueda enmarcar en una estructura de novela.
¿Y cómo construyes para no perder cada detalle? Hay todo un trabajo minucioso, casi un bordado fino que resulta en un maravilloso tejido como es tu impecable narrativa; a su vez cautiva cómo vas presentando a cada personaje en su ambiente y su tiempo, participa Arequipa con sus diminutivos tan tiernos y una magnífica descripción geográfica de cada paisaje europeo. “En medio de la impactante trama”.
Arequipa fue un lugar importante, y aunque la estancia de mi amiga-la que cuenta la historia- fue relativamente breve, aquí, para ella fue vital, sin embargo en la medida en que va creciendo la novela, nos exige otra estructura. Hubo un trabajo importante de edición de mesa, por parte de la editorial, había cosas que me pidieron retirar y al final me di cuenta de que sí, que en realidad era mejor retirarlas para no perder la esencia de la novela.
El tratamiento de cada uno de los personajes es impresionante…
Claro, eso fue lo que más costó, pues porque como no tenía además referentes concretos era, eso sí, que lo tenía que inventar y crear, además, pero de manera que pueda ser verosímil lo que es la gracia en la literatura.
¿Es verdad que una psiquiatra, amiga tuya, revisó el libro antes de su lanzamiento?
A ella le envié la versión para la editorial y me dijo que sí o sea, ella leyó dos veces la primera, creo que hasta tres, incluso. Lo que yo quería saber era que no hubiese puesto ninguna barbaridad desde el punto de vista psiquiátrico, ¿no?
Me encanta esa honestidad tuya…
Gracias, es mucha responsabilidad también, pero cuando uno escribe sobre un tema científico como éste y basado en hechos reales, entonces tienes que ceñirte a ciertas reglas e investigar al máximo. Lo relevante es que se abren puertas para para saber más cosas, para conocer más sobre qué pudo haber pasado y, sobre todo, se abre una discusión sobre la amplitud con respecto a la salud mental, eso es lo más importante.
Su labor como traductora literaria es de gran responsabilidad, podría decirse que va de la mano con el autor original ¿Cómo funciona la parte creativa y el rigor del idioma al momento de traducir un texto sin que pierda su intención?
Bueno, yo veo la traducción literaria como una actividad creativa, definitivamente, porque es una recreación de un texto. Habrá siempre tantas traducciones como traductores que cada uno interpreta a su manera, porque, en primer lugar, es una interpretación. Es lo mismo que en la música hay un ejecutor que toca de una manera la Cuarta de Brahms, y otro hará su propia versión. A algunos les gustará la de uno, y a otros, no.
Es todo un reto…
Claro porque aquí se trabaja con el lenguaje, yo creo que lo más importante es poder entender el mundo lingüístico de este autor. Es una ventaja cuando se trata del texto de un autor vivo porque se puede conversar y entonces ahí uno capta inmediatamente su mundo lingüístico, aunque escriba diferente.
¿Suele el traductor hablar con el autor?
Sin duda, es una ventaja, incluso cuando hablas con él te das cuenta también de cómo se expresa y eso es clave, pero cuando el autor ya ha fallecido lo que hago siempre es leer más obras suyas para tener una visión más grande, siempre dependiendo también del tiempo y de los plazos que haya, pero trato de empaparme lo más que puedo.
Una traducción nunca es igual que otra, ¿no?
Sí, claro, de hecho es así, y ahí es donde sale a tallar el talento y arte de cada uno como traductor. Hay traductores que no son demasiado creativos, entonces pueden ser muy correctos en dar el contenido o lo que dice el autor, qué sé yo, pero luego hay algo que le falta al texto.
¿Qué viene después de Estación Delirio?
No puedo contar, solo decir que a falta de uno, estoy preparando dos libros…