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Opinión

La esquina de Carina: Un homenaje al pasado. “Peones japoneses en la Hacienda San Nicolás”, un aporte de Humberto Rodríguez Pastor

Escrito por: Carina Moreno

Humberto Rodríguez Pastor ha escrito desde su época universitaria. Es antropólogo, un hombre risueño a cuya pluma debemos muchas investigaciones relacionadas a la migración china, la diáspora africana, pero también a la comunidad japonesa. Su más reciente publicación, editada por el Fondo Editorial de la Asociación Peruano Japonesa, es “Peones japoneses en la Hacienda San Nicolás 1899-1930”, una interesante y detallada investigación en torno a esa hacienda, la Casa Morioka y los peones. 

La investigación es resultado del estudio de los documentos que pasaron a formar parte del Archivo del Fuero Agrario (AFA) con la expropiación realizada durante el gobierno militar por la Ley de Reforma Agraria. Los hallazgos se basan en comunicaciones entre el administrador y la junta que dirigía la hacienda en Lima y entre éste la compañía responsable de la inmigración japonesa Morioka Imin Kabushiki Goshi Kaisha, contando siempre con la supervisión del consulado japonés, que tenía influencia en la transacción. 

El inicio de la relación comercial se da debido a la falta de mano de obra para las haciendas en la costa peruana y las empresas mineras en la sierra. Todo esto hace que la mano de obra japonesa, que tenía entre las condiciones la salud y una edad entre 20 y 45 años, sea más valorada que la local o nacional. Rodríguez apunta que fue la solución que encontró la junta en Lima para resolver los problemas de peones y garantizar la producción regularmente. 

Es importante decir que la llegada de los peones japoneses, originalmente solo varones y luego parejas solas o con hijos (no más de dos) implicaba un choque cultural: llegar a un sitio nuevo con personas que no hablan su idioma, con comida, cama (solo les ofrecían una tarima de 1.80 por 0.90 cm) y forma de trabajo extrañas. Con el paso del tiempo muchos se escapaban y se convertían en deuda con la hacienda para la Casa Morioka ya que se había pagado un adelanto. 

La firma de un contrato era una exigencia del gobierno japonés y el hacer el proceso a través de una empresa como la Morioka, no era mayor garantía para el peón, el que tenía que cubrir una cuota laboral similar a los locales. Los peones andinos, por no llegar a su cuota, eran considerados “malos trabajadores” y tenían un pago menor. 

La investigación de Rodríguez parte de los hechos administrativos, pero se adentra en los temas personales como los choques culturales, las enfermedades (sífilis, tuberculosis, beriberi) y la necesidad de mantener sus costumbres como la forma de entierro y las formas de diversión como la música. 

Pero la publicación no se queda en el pasado, sino que sigue las huellas y la labor de inmigrantes japoneses que permanecieron durante muchos años trabajando en la hacienda demostrando su compromiso y dedicación. Un homenaje a los inmigrantes y sus historias. 

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